Adam
era un oportunista. Pocas cosas le importaban más en la vida que su propia
existencia. Su única preocupación era aquietar
su voracidad sin contemplar en lo más mínimo quién podría ser el próximo en su lista (presa). Tal es así que
nunca previó que sus acciones traerían semejantes consecuencias.
Una
tarde tras ir en busca de su próxima víctima ocurrió algo inesperado. Cruzó una
cerca que se encontraba en medio de la espesura y corrió tras su botín como
alma que la lleva el diablo sin reparar en que la zona se encontraba poblada de minas, cual sembradío de
pensamientos(Ser vivo). Después de su segundo paso el explosivo hizo su
trabajo. Todo había quedado reducido a cenizas.
En
la árida extensión (Ecosistema) se
perdía su mirada, inmóvil, Adam permanecía allí. La asociación de existencias (población) de la cual formaba parte,
había sido vasta alguna vez. La explosión no dejo casi nada en pie, excepto y
para su desgracia la fuente de su desgracia que acabaría finalmente con todo
aquello que lo caracterizaba, sin darle nada a cambio.
La trasmisión de energía sustanciosa
(Parasitismo) lo vería no ya como el primero en el camino de la subsistencia (Hospedador) sino como
uno más de aquellos a quienes él supo tratar como reservorio. Cual trofeo,
se veía ahora, como cazador cazado
(Depredación). A merced de los nocivos efectos que el estrépito había
cavado en él, Adam sucumbía.
Tirado
en el pasto sentía su sustancia
(Materia) reducida a la partícula
más pequeña(átomo) siendo capaz
solamente de conservar en su cuerpo la
sensación de un verano(Endotermo) que ya no volvería a ver.